A los ríos Tinto y Odiel.
Baja uno
sereno, cual noche clara;
baja el otro
agreste y dislocado.
Ambos
buscando, los dos anhelando
por unir sus
riberas enamoradas.
Uno baña en
su cauce pinares verdes;
arrugas en la
tierra el otro surca.
Ambos viajan
ligeros, sueñan con verse,
con compartir
en paz su aventura.
Dos ríos que
se unen, dos corazones.
La mar los
apadrina, ahora es su cómplice.
Para la vida,
para el amor.
Para el amor.
Odiel y
Tinto.
Luxia y
Urium.
Ríos que
fueron dos.
Y ahora sólo
uno son.
Huelva en la distancia.
Allende de la
noche ha nacido un nuevo día.
El sol
alumbra los pinares sobre mi cabeza.
En un paseo
infinito los recubre, los besa
y, poco a
poco, al atardecer se aleja.
Ya espera el
campo el retorno del astro
como la playa
a su ola repetida.
Ya espera la
silueta plateada al anochecer.
La luna está
aguardando para reflejarse en la ría
y ver a
Huelva en la distancia
y quererla y
protegerla entre las esquilas
de los barcos
marineros hasta que el amanecer,
paréntesis perpetuo,
se derrame entre sus orillas.
Los atardeceres rojos.
Aquellos
atardeceres rojos
que
acompañaban tu presencia
y aquellas
largas tardes de agosto
de paseo por
las orillas de la vida en ti
me condujeron
a este sendero
de cómplice
amor, de infinita quietud,
abrazado por
siempre a tu luz.
Agosto para
el recuerdo
que ahora es
de los dos.
Agosto marcó
el camino
y el camino
ahora eres tú.
Huelva esquinada.
Huelva en la
distancia
y en el mapa
esquinada.
Huelva la de
la luz sonora
la de la
historia maltratada.
Paraíso de la
vista,
contraluz de
las miradas.
Huelva de mis
mayores
y por la
gente olvidada.
Huelva la que
descubre,
la de la fama
pasada,
la de dos
ríos que se unen
en la muerte
enamorada.
Tres barcos.
Tres barcos
ya navegan
por un
incierto mar.
Van buscando
otras tierras
donde el sol
se va a posar.
Tres barcos
navegando
con el rumbo
del azar.
Y arriban a
otras orillas
de algún
lejano lugar.
Marineros.
Ya se ven las
luces, madre,
asoma el
barco al amanecer.
Marineros a
la proa de la orilla
mientras se
alegra la quilla
por ver el
puerto aparecer.
Ya viene el
pescador, madre,
con rostro
curtido a sol y sangre,
con alma de
sal de los mares,
a la lonja su
carga vender.
Pescadores
marineros,
sufrientes
del duro oleaje,
de una marcha
acongojada
por un
incierto volver.
Pescadores
marineros,
de un trabajo
por reconocer.
Riotinto.
Tierra roja
de cobre y sangre,
de vida
derramada, de llanto y de sudor.
Aire negro
para almas blancas.
Rincón
secreto de piedra dorada.
Bocados en la
tierra, laderas de vida despojada.
Sirenas que
anuncian heridas,
heridas de
muerte empapadas.
Gente que
sufre y trabaja,
gente que
lucha, gente maltratada,
gente que
sueña del alba a la madrugada.
Tierra roja
de cobre y sangre,
tierra
querida y engañada.
Amante del marinero.
Huelva, fiel
amante del marinero
desde tu ría
a tus calles,
desde tu
puerto al Conquero.
Huelva
infinita, Huelva callada.
Huelva,
sendero de tus luceros.
Mi historia es un camino.
Mi historia
es un camino
entre la mina
y la mar.
En la mar
buscando el cobre
y en la mina
el navegar.
Tres barcos.
Tres barcos
ya navegan
por un
incierto mar.
Van buscando
otras tierras
donde el sol
se va a posar.
Tres barcos
navegando
con el rumbo
del azar.
Y arriban a
otras orillas
de algún
lejano lugar.
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