Romance de la doncella y el trovador.
En la villa
de Aracena
la fiesta va
a comenzar;
se celebra el
nombramiento
como villa
principal.
En su esquina
el trovador
una lira hace
sonar
mientras del
castillo baja
un cortejo
sin igual.
Vengan todos
a escucharme
vengan y se
alegrarán.
Son historias
de otras gentes,
de algún
lejano lugar.
La doncella,
que pasaba,
pronto se
paró a escuchar
y prendida
del muchacho
sin saberlo
fue a quedar.
Al juglar,
que la miraba,
lo mismo le
fue a pasar
y siguiendo a
su doncella
su lira dejó
callar.
Bella joven
de ojos verdes
en tu rostro
he de posar
el amor que
ahora siento,
un amor que
es de verdad.
Si es sincero
el sentimiento
me lo has de
demostrar,
busca el
árbol de los sueños
y mi amor
encontrarás.
Vuela ya,
caballo mío
y no dejes de
volar,
que mi vida
está un árbol
que ambos
hemos de encontrar.
El juglar
buscó tal cosa
mas no lo
pudo hallar
comprendiendo
que no estaba
sino en ella
al mirar.
Pero el jefe
de la guardia
que a ella
quiso desposar
no iba a
darles la alegría
de juntos
poder estar.
La doncella
esperaba
en la torre a
su juglar
y él la lira
que guardaba
pronto empezó
a tocar.
A la caída de
la tarde
a ella quiso
abrazar,
pero el jefe
de la guardia
a ambos mandó
matar.
Una flecha
atravesaba
sus dos
cuerpos a la par,
la doncella
entre sus brazos
y el juglar
en su mirar.
La vida no
supo darles
tiempo para
disfrutar
una estancia
entre ambos,
una estancia
en libertad.
Mas la flecha
envenenada
que muerte
les fue a dar
hizo unirse
para siempre
la doncella y
su juglar.