PARA QUE YO TE DEJARA DE QUERER
Serían necesarios doce soles en cielo no azul,
doce lunas al atardecer;
mares inundando todo el espacio
que hay entre tú y yo
para que yo te dejara de querer.
Serían precisos todos los fuegos,
lluvias cayendo al inverso;
desaparecer todas las primaveras
convertidas en fríos inviernos
para que yo te dejara de querer.
Tendrían que dejar de existir las flores,
derretirse montañas por puro dolor;
árboles retorciéndose de soledad,
inmensos ríos anegados de pena
para que yo te dejara de querer.
Sería preciso otro universo,
un mundo con amor por inventar;
olvidar todos los besos de la historia,
ignorar todas las miradas
para que yo te dejara de querer.
Tendrían que inventarse lágrimas nuevas,
envolverse los silencios en olvidos;
tendrían que desaparecer todos los poemas
y todos mis antepasados habidos
para que yo te dejara de querer.
Tendría que amanecer en plena noche,
anochecer dos veces a mediodía;
cambiar todo el orden conocido
por un sinsentido nuevo mundo.
Y, aun así, yo no te dejaría de querer.
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