sábado, 10 de octubre de 2015

Miscelánea.



Miradas.
Son muchas las miradas que brotan del auxilio,
pero siempre son las mismas.
Llevan siglos derramando dolor,
llorando hambre, arañando días a la pena
sin encontrar el debido consuelo
ni la salida a su condena.
Son menos las miradas contemplativas,
pero opulentas;
ausentes al dolor ajeno,
impasibles,
malditas.
Son miradas que se cruzan, pero no se mezclan.
Las humildes y abofeteadas pisan el barro;
Las altivas, las aceras.
¡Pobres miradas desdeñosas, altaneras y más malditas!
¡Y pobres miradas aciagas, desdichadas
y atormentadas!



La sombra.
Esa sombra que me persigue,
que a veces me guía, me dirige.
Esa sombra que durante el día me acompaña,
se me pierde al llegar la noche,
me deja huérfano,
expuesto,                                                                  
confuso,                                                       
desnudo.                                           
Esa sombra soy yo.
¿Quién será el que conmigo tanto lleva?




La cerradura equivocada.
Bajo la puerta se deja ver la luz.
Pero la puerta está cerrada.
Tras la ventana se oyen las voces.
Pero la ventana es muda.
A este lado, el vacío.
Al otro, la solución.
La puerta y la ventana nos ignoran.
La luz y las voces nos ocultan.
La cerradura equivocada
y las bisagras desalmadas
nos condenan.
A este lado, paliando el hambre,
paliando el llanto,
paliando el desencanto.
Al otro lado, marcha el canto bajo palio.
Lo portan los impasibles.




Y yo desaparecí.
No me busques en mí, que ya no estoy.
Búscame en el espejo
o en tus adentros.                                       
Siempre quise ser lo que no fui;
a veces hasta lo aparentaba,
pero la dicha se esfumaba pronta y lastimosamente.
Me acostumbré a ser como era,
o como me veían,
o como una síntesis de las dos apariencias.
Sí, me acostumbré a mí mismo
sin descartar lo que quería ser
hasta que me complací con lo que era.
Ahí apareciste tú 
y yo desaparecí.                                          






Conversión.
Quiero infiltrarme en el aire que respiras,
alargar tu aliento hasta que me envuelva,
rodearme de tu mirada
y perderme en tu palabra cuando me nombra.
Prefiero que escasee la nostalgia
porque estés tan cerca,
tan dentro, tan completa.
Quiero convertirme en la extensión de tu mano
cuando me roza, cuando me busca,
cuando me explora.


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